“Estudios sobre la nostalgia”

¿El amor es capaz de vencer a la muerte?

El último abrazo que le di a mi madre fue el 31 de diciembre de 2011 porque ella moriría el febrero siguiente. No recordé ese dato sino hasta cinco años después, en el domingo de resurrección de 2017, cuando mis pasos por las calles de Madrid me llevaron a encontrarme con un viejo amigo, a quien hacía diez largos años que no veía y de quien apenas había sabido algo en todo ese tiempo. Mi alma se llenó de alegría al mirar de nuevo a esa persona querida de mi pasado e impetuosamente lo saludé con un gran abrazo que fue recibido con torpeza y frialdad. Me sentí muy avergonzada por no haberme comportado con más mesura o con mejores modales. Al despedirnos, unas horas después de que hubiésemos conversado como hacía tanto tiempo que no hacíamos, quise abrazarlo fuertemente, pensando en que quizás nunca más volveríamos a vernos, teniendo un océano de por medio y … no me atreví. Por esas calles de Madrid, andando sola, sentí el mismo vacío que tengo en el alma desde que mi madre murió: ¿Qué hago con este abrazo que quedó atrapado en mi piel, en mi corazón y que no pudo ser? ¿Qué hago con estas infinitas ganas de volver a abrazar a aquellos que ya no están conmigo?

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *